sábado, 17 de agosto de 2013

El ladrón de bicicletas. Una nación que reflexiona.



Lo mejor de la película el “El Ladrón de Bicicletas”, es que habla de una realidad universal. Presenta personajes que sufren en la pobreza y que serían capaces de hacer todo lo que esté a su alcance para salir de la miseria y sobrevivir. La película fue hecha en 1.948, dirigida Vittorio de Sicca. Se centra en una Italia todavía muy afectada por las heridas de la segunda guerra mundial; del agresivo fascismo de las “casacas negras” y del excesivo propagandismo nacionalista de Benito Mussolini.

El pueblo quería empezar de nuevo, como hicieron los franceses y los ingleses, para tener un mejor futuro. Pero no querían seguir haciendo el cine propagandista y comercial que se había hecho antes. Querían hacer algo nuevo y económico, ya que los principales estudios habían caído en banca rota en la segunda guerra mundial y la ocupación nazi.

El neorrealismo italiano, como su propio nombre lo dice, pretendía mostrar la realidad del pueblo, específicamente de la clase obrera, y de quienes pese a no tener un gremio de trabajo, hacían lo que podían por laborar –lo que hoy llamaríamos rebusque-. También buscaba mostrar las precarias condiciones en las que el pueblo vivía durante la ocupación nazi, y como se empezó a formar la resistencia. Por otro lado, también se hacían películas en las zonas rurales de Italia, que fueron las más afectadas del conflicto entre los “camisas negras” y los socialistas.

Este movimiento nace gracias a artistas críticos y responsables que al ver a su pueblo golpeado, deciden usar sus capacidades para mostrarle al mundo su realidad, para esto usan un método muy cercano documental. No sólo muestran a un pueblo afectado y con altos índices de pobreza, también destacan su orgullo y ese efervescente espíritu esperanzado en conseguir lo mejor para la moral y el honor de la patria.


Esto lo convierte en un cine crítico y significativamente bello e inspirador. Pese a que uno de sus fines era buscar todos esos elementos que componían la “italianeidad” , es un cine universal con el que cualquier ser humano, aún en nuestra época, puede identificarse.

Podría decirse que su propósito era educar al pueblo, mostrarle que había esperanza, y que las cosas debían hacerse de manera moral y políticamente correcta. Pero que sobre todo, había que mantener el sentido de pertenencia para salir adelante como si fueran uno sólo.

En “El ladrón de bicicletas”, vemos como un hombre que pese a haber perdido todo, sigue luchando por salir adelante. Encuentra amigos que lo ayudan en su búsqueda. Y enemigos que le ponen los pies sobre la tierra cuando se equivoca. Pero sin embargo, él se mantiene persistente buscando soluciones. Y aún cuando las cosas parecen no tener sentido, y tiene la sensación de que lo va a perder todo; a su lado siempre está su hijo, símbolo de la esperanza del futuro del país, de aquel que aprendió de los errores de su padre para no volver a cometerlos.

Lo mejor es que todo ese viaje por recuperar lo perdido, el espectador lo vive mientras viaja por las entrañas de una Roma confundida apenas reaccionando al golpe de la guerra. Con una clase obrera que madruga para ir al trabajo en bicicleta. Iglesias que tratan de evangelizar a los pobres más necesitados. Con unos hombres que luchan por mantener la honradez propia y la de su prójimo. Y con unos insensatos, que ponen por encima su bienestar y olvidan la necesidad ajena.


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