domingo, 6 de octubre de 2013

Sangre de cóndor. Cansados de la burla


Recuerdo que la primer vez que iba a ver “El acorazado Potemkin” (1925), un profesor me advirtió que no se responsabilizaba si la cinta despertaba mis aires revolucionarios. Al terminar de verla me sentí impactado. Pero la historia se desarrollaba en un contexto ajeno al mío, razón por la cual no me afligí demasiado. Efecto contrario logró la película boliviana “Yawar Mallku” que traducido del quechua al español significa “Sangre de cóndor”.


El hilo narrativo lo lleva una pareja de hermanos que hacen el papel de héroes. Uno de ellos, Ignacio, vive lejos de la civilización, en una aldea indígena. En cambio Sixto vive en una ciudad, y tiene un trabajo que le da apenas lo suficiente para vivir. Ignacio sufre tras la pérdida de sus tres hijos, los cuales significaban su felicidad y la prolongación de su raza con la tribu. Sixto tiene que lidiar con gente a la que no le agrada; personas que lo ven como una desgracia por sus raíces indígenas.

Ambos están destinados a sufrir antes de ver nacer la chispa de la revolución en su gente. Ignacio reaccionó porque las mujeres de su tribu estaban siendo esterilizadas en el Centro de Maternidad. La gente de su aldea habría permanecido apática de no ser porque las futuras generaciones de su pueblo se verían afectadas por ésta misma razón. Sixto sólo enfrentó a las entidades médicas porque quería salvar a su hermano de la muerte; y gracias a esto recuperó su propio orgullo indígena. Por lo tanto, sin dolor y sufrimiento no hay una reivindicación que avive el sentido de pertenencia de un pueblo.

La diferencia entre ambos hermanos yace en que a Ignacio le interesa mantener a su aldea, cuidarla y hacer que ésta se mantenga por medio de la procreación y la salud.  Mientras que Sixto es más egoísta, se preocupa por sí mismo y hasta siente rechazo hacia su ascendencia indígena.


Sin embargo, los dos son héroes imperfectos como cualquiera de nosotros. También podría decirse que son el prototipo de héroe primitivo pero sabio. No son excesivamente lúcidos ni están en busca de aventuras o conquista de tierras. En vez de eso son víctimas de la opresión y la burla. Y reaccionan al ver el exceso de tormentos que se ven obligados a sufrir.