
Pese
a ser un western, “Río rojo” evidencia el gusto de Hawks hacia el cine negro y
las sociedades en decadencia. Es obvio que sus películas previas influyeron en
esta historia, que por decirlo de alguna manera, es una evolución de su obra o
una transformación de la misma.
En “Scarface”(1.932) –también dirigida por
Hawks- el pesimismo era plasmado utilizando la oscura figura del anti-héroe
criminal que perjudicaba a la sociedad. Al final este personaje era castigado
con la muerte convirtiendo la historia en una tragedia. Sin embargo, en “Río Rojo”, la figura de anti-héroe es
vista de otra forma. A Thomas Dunson (John Wayne), el protagonista inicial, le
vemos transformándose poco a poco en un hombre obsesivo y controlador, incapaz
de administrar con sabiduría el poder. Dunson pierde la credibilidad de sus
hombres y pasa de ser un líder a un dictador.
Poco
a poco vamos descubriendo que “Río Rojo”
es mucho más de lo que se espera de un western común y corriente. La película
está cargada de simbolismos y representaciones. La historia de Matt Garth, el
hijo adoptivo de Thomas Dunson, tiene un estilo edípico, pero también es el
reflejo de la necesidad de las generaciones más jóvenes por expresar sus
ideologías.

Pero
a Hawks no se le puede reprochar por lo que hizo, hay que entender que la
película fue realizada en los Estados Unidos durante la posguerra. En Europa
surgían expresivos movimientos como el neorrealismo
italiano que era una reacción a la industria cinematográfica propagandística.
Los realizadores de dicho movimiento, consideraban que la industria era
artificial y falsa porque se enfocaban en mostrar un país bello para venderlo
al mundo; olvidando el realismo y los percances de las clases medias y bajas.
Los
políticos estadounidenses sabían del poder que tenía el cine e hicieron pactos
con los principales estudios de Hollywood, en los que obligaban a que todos los
directores y miembros de la industria juraran respetar y seguir la constitución
política.
Esto
le complicaba las cosas a los artistas estadounidenses. Los políticos estaban
prevenidos, temían que su país pudiese estar contaminado con comunistas o
cualquiera que estuviese en contra de ellos. Incluso el FBI hizo seguimiento a
Marilyn Monroe porque, según ellos, tenía una ideología cercana al comunismo.
Hasta Charles Chaplin, el director más grande de todos los tiempos, fue exiliado
después de estrenar “El gran Dictador”. Los políticos lo consideraron una
amenaza y creían que tenía nexos con el comunismo.
Por
lo tanto, Howard Hawks y sus colegas debían ser demasiado precavidos cuando
hacían sus películas –así como lo fue Shakespeare en su época-, si no querían
arriesgar sus carreras y dejar de hacer lo que más amaban. Fue por eso que en
Estados Unidos, pese a no a haber cambios radicales en la industria del cine,
los directores se enfocaron en mostrar con cautela su falta de fe y sus
esperanzas de cambio, con géneros como el cine negro.
¿Será
por eso que Howard Hawks tuvo miedo de poner un final demasiado trágico en Río Rojo? ¿Temía que su historia
llamara demasiado la atención de los políticos? No lo sabemos, sin embargo en la
cinta hay matices de lo que pudo haber sido la ideología de Hawks. Por ejemplo,
la idea de ver cómo Matt, el hijo adoptivo de Thomas, es capaz de dominar el
poder con más sabiduría y plenitud; podría indicarnos que el director pensaba
que los jóvenes debían ser más seguros de si mismos y apostarle a sus nuevas
ideas sin miedo a la opresión.
Algunas
personas suelen menospreciar el western al considerarlo un género típico de lo
americano que sólo se originó por una búsqueda de tener una identidad socio-cultural.
También suelen ser subestimarlo por su evidente violencia y agresivos
personajes, a los que se les ve como íconos estadounidenses.
Sin
embargo hay que ver mucho más allá para encontrar el lado más enriquecedor del
género y comprender el por qué de su origen y evolución. A fin de cuentas, fue
en éste género donde se camuflaron los grandes directores de la edad dorada de Hollywood para enviar
sus mensajes satíricos acerca de la pérdida de valores y esperanza después de
la segunda guerra mundial.