La
búsqueda de la justicia es uno de los temas más utilizados a la hora de contar
historias. Primero porque es un asunto repleto de drama y segundo porque que es un método práctico para hacer
críticas a la burocracia o incluso a la misma sociedad. Además puede ser vista
desde múltiples perspectivas, lo cual la convierte en un blanco de discordia
donde es muy difícil encontrar un punto de equilibrio que satisfaga a todas las
partes.
Fritz
Lang terminó dos de sus películas más conocidas, apelando al uso de juicios que
no sólo buscaban cambios en la política, sino que también en la comunidad.
Una de ellas fue M, el vampiro de Düsseldorf (1931)
y la otra Furia (1936). La primera fue hecha en Alemania, su país
de origen. Mientras que la segunda la realizó en Estados Unidos tras ser
acogido en Hollywood por MGM, con lo que le dejó una gran responsabilidad a los
próximos realizadores que quisiesen tratar el tema.
En 1979 llega la cinta Justicia
para todos (And justice for All) para poner a Al Pacino en la piel de
Arthur Kirkland, y enaltecerlo entre los mejores actores de la historia.
Dirigida por Norman Jewison, la película consiguió dos nominaciones al Oscar;
por mejor actor principal y mejor guión original. Esta última, gracias al
trabajo de Valerie Curtin y Barry Levinson.
La
trama se desarrolla en los tribunales de justicia de Baltimore en los cuales
trabaja Arthur Kirkland como abogado defensor. Gracias a él vamos descubriendo
las notorias asperezas de la forma como es administrada la justicia, mientras
se hace referencia a la forma como la ética personal y la profesional, pueden
llegar a enfrentarse cuando se trabaja en una disciplina tan estricta como el
derecho.
Por
diversos factores la película tiende a recibir críticas o a ser considerada
“light” con respecto al temaque trata. Pero la verdad es que está muy bien
diseñada de tal modo que no arruine la percepción del espectador que no
comprende todos los tecnicismos o lenguaje que suelen utilizar los abogados. Más
allá de ser fieles o puristas en ese sentido, la cuestión verdadera de la
película está en el drama que se concentra en el tratamiento de los casos de
los distintos abogados; que por una u otra razón, han sido afectados por sus
obligaciones éticas profesionales, o por las lagunas del sistema de justicia.
Por
otro lado, nos ponen en una ciudad que no sólo está muy viva, sino que también
parece estar consciente de la historia que en ella se desarrolla. Las
conversaciones siempre están acompañadas por los sonidos de los ambientes. Y al
mismo tiempo parece que estos sonidos estuvieran colaborando con la creación
del drama.
La
actuación de Pacino es probablemente una de las mejores de su carrera. En aquel
entonces ya se había puesto en la piel de personajes como Frank Sérpico (Serpico, 1973), Michael Corleone (El Padrino),
o Sonny Wortzik (Tarde De perros 1975). Y con éste trabajo dejó claro que todavía quedaba
mucho por hacer, algo que terminó demostrando con Scarface (1984) años más adelante.
Finalmente hay que decir que cuando la corrupción trata de burlarse descaradamente de nosotros, y los supuestos símbolos más respetados del poder pierden su significado, es cuando podemos decir que “está ocurriendo algo divertido” (There’s something funny going on), como lo dice la canción que cierra la película acompañada de un invaluable gesto de Pacino… Justicia para todos.